Kaare Kyle Andrews decidió un buen día que iba a ser autor completo, al más puro estilo de Jim Steranko, y así fue como se creó esta serie que hoy reseño:
Si algo es cierto, es que la historia de Puño de Hierro ha sido constantemente revisionada, cambiada y atacada por la retrocontinuidade creandouna confusión en torno al personaje y muchos huecos vacíos en su historia; aparte que otros elementos pueden quedar colgando. Esto es lo que quería atacar Kaare Kyle Andrews, y darnos, por fin, una interpretación completa de la historia de Daniel Rand que le dejara, por otra parte, paz para descansar en ciertos aspectos de su vida y de su, maltratada mentalidad.
La tragedia que le lleva hasta la ciudad mística de las artes marciales; K'un Lun,
hará que el protagonista muestre una conducta errática y un tanto
trastocada, rozando la esquizofrenia en ciertas ocasiones. Esto será un
tema recurrente a lo largo de los 12 números.
La fórmula de la serie es básica. Vamos a hacerle mucho daño al personaje, vamos a atacar todo lo que le define, vamos a destrozarle desde dentro, para que pueda avanzar, para que deje de mirar atrás y evolucione necesariamente. Y vamos, por último a acabar con las dudas y terminar con los problemas que tiene en torno a su familia y su pasado. Llámalo Born Again, o táchame de ignorante por compararlo con aquella obra de Miller, pero lee este cómic y observa como se forja un nuevo y mejorado Puño de Hierro, más puro y sublime que nunca.
Una cosa de la que se nutre mucho la obra es de los secundarios, toma algunos ya existentes como Gorrión, el Yu-Ti o Serpiente de Acero, y crea otros, muy interesantes y que pueden dar mucho juego en el futuro como la pequeña Pei, Brenda Swanson, Fooh y el Detective Li. Como ya digo, todos personajes muy interesantes y con un gran protagonismo a lo largo de la obra.
La imaginación es una portentosa aliada de este cómic. Mezcla las artes marciales con todo un mundo de putrefacción, muerte, zombies, y tecnología al más puro estilo steampunk, creando una curiosa mezcla que funciona perfectamente.
Pero donde realmente destaca la serie es en el apartado gráfico; Kaare Andrews realiza un trabajo realmente brillante. Su dibujo y su entintado resulta fascinante; cabe destacar que es publicista, lo que hace que dibuje de otra manera menos usual. Su estilo punzante, con líneas violentas, básicas, que se deforman y que remarcan cada músculo me sorprendió desde el primer momento. El color es también un punto a favor, ya que lo adapta a cada contexto, reduciendo las gamas según en qué ocasiones y la localización en la que se encuentre.
Diferencia la historia actual de los flashbacks simplemente añadiendo un fondo de pergamino desvencijado por el paso del tiempo.
Cabe destacar las escenas de lucha, que son de lo más dinámico y emocionante que he visto, una gozada visual en la que todos los personajes hacen mil complicados movimientos de kung-fu dando volteretas en el aire. Una pasada.
Si hay algo que no me ha gustado de la obra, han sido un par de elementos del desenlace, pero viendo el trabajo en su conjunto, creo que se merece que cualquier aficionado al cómic innovador se acerque, ya que no dejará indiferente a nadie, ya que esto es un cómic que o te encanta o te horripila.
Kung-Fu, Chi, patadas, puñetazos, acrobacias, huesos rotos, zombies, engendros... ¿qué más se puede pedir?
D'ast!
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